martes, 16 de marzo de 2010

ESC.84 EXT./INT. IMAGINARIO SALVAJE -- DÍA

Max, vestido con su desgastado disfraz de lobo, parado sobre la mesa de la cocina, se enfrenta a su madre fingiendo displicencia y enojo: "aliméntame, mujer!". Ella lo observa sin poder creer que su hijo de 10 años pueda hablarle así. El hombre con el que está saliendo asiste mudo a esta escena desde el living. Tratando de imponer orden, la madre trata de bajarlo de la mesa. Max, animado por sentimientos que ni él mismo puede entender, la muerde. La madre se queda tiesa, acariciándose la mordida y mirando de nuevo fijamente a su hijo, como quien mira a un extraño. Asustado de sí mismo, de todo, Max huye de la casa en plena noche. Cruzando un bosque llega a una costa en la que espera un pequeño barco. Subiéndose, Max parte hacia los confines de su imaginación, en busca de una forma de resolver el dilema en el que se ha vuelto su mundo de padres divorciados, hermana adolescente y lejana, madre ocupada como único sostén de hogar, y más que todo, enojo, angustia y frustración propias.
Así empieza Where the Wild Things Are, la película de Spike Jonze que tenía pendiente de ver desde hace algunos post (ESC.78 INT. CINE Y VODKA -- NOCHE). 



Más allá de que la película me pareció bellísima (juicio totalmente subjetivo e imparcial, por supuesto), una de las cosas que más me llamó la atención fue el trabajo de guión de Jonze junto a Dave Eggers sobre el libro de Maurice Sendak
El libro de Sendak es una breve joya donde la palabra escrita pesa por expresiva pero, antes que nada, por sucinta. No es para nada sencillo ver en la escasa 20 frases que acompañan las ilustraciones, el material necesario para un largo. Otro tipo de director hubiera ido por el camino fácil: trabajar sobre el adjetivo "salvaje" y multiplicar situaciones sorprendentes, pintorescas, asustantes; incluso hubiera ido por el camino de la moralina. 
Jonze y Eggers, en cambio, eligieron sumergirse profundamente en aquello que el libro no revela a primera leída, y magnificar, por decirlo de algún modo, lo que encontraron allí. 



¿Por qué en el libro Max se viste de lobo y le dice a su madre "¡Voy a comerte!"? ¿Quiénes son aquellos monstruos que se rinden ante él, declarándolo Rey? ¿Por qué la soledad que siente entre sus súbditos lo llevan a volver al hogar?
Jonze y Eggers realizan un trabajo increíble respondiendo a estas preguntas para darle forma a un largo de 101 minutos. Eligen, incluso, darle un tono más "realista" al viaje fílmico de Max, a diferencia del libro donde es claramente mágico o imaginario: esta decisión redunda en hacernos sentir más cerca de sus emociones. Podemos vernos reflejados en él, y no solo con respecto a nuestra infancia.
Los animo a la experiencia de Where the Wild Things Are, tanto la de la película, como la del libro.
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1 comentario:

Javier Rey dijo...

Hola Marce:
Quitando el trabajo del guionista, o la adaptacion (q puede ser q desde este punto de vista sea interesante), la pelicula para un espectador es hiper aburrida. Mira q la fue a ver poniendole onda, y la traduccion en "gallego" no ayuda, pero es muy, muy pesada. Quitando q ademas no es para un publico infantil, varios chicos en la sala comenzaron a llorar y los padres se los llevaron. Pero es q ni siquiera es divertida para adultos. En fin, sobre gustos... Un abrazo, y nos vemos pronto ;-)

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